El coma nos lleva por el sendero de los ovnis, mientras
nadie se asoma, nadie respira. Detenidos a la espera de una conflagración mayúscula, nuestra mente da quiebres breves, en una batidora espacial no identificada.
El eco de las sinapsis de Escolástico en una pista de las 5 de la mañana. Colocar en una atmósfera playera, cuando el rocío de Lima se aloja en nuestras cabezas danzantes.
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